Como colofón a la publicación monográfica dedicada al XVII Congreso Nacional de Bioética, hemos recopilado tres miradas indiscutiblemente turolenses. Teruel no solo fue el escenario de este encuentro, sino su alma impulsora, y qué mejor manera de cerrar esta reflexión que con las voces de tres mujeres profundamente vinculadas a esta tierra que han trabajado activamente para hacerlo posible.
Concha Gómez Cadenas en su editorial como Presidenta del COE de Teruel, abría la publicación con su valoración global, porque además de representar la colaboración del Colegio, ha sido presidenta del Comité Científico.
Para Concha, la conclusión del congreso es que ‘la enfermería es, ante todo, una forma de construir esperanza’. Esta poderosa certeza, surgida de días de intensa deliberación, se vio reforzada por las intervenciones de cierre, como recordó Concha, donde se subrayó que combatir la violencia exige ir más allá de la justicia e incorporar el ‘amor y perdón’, comprendiendo que ‘la esperanza es la fuerza que nos sostiene en los momentos difíciles’. Así, tanto Concha como sus compañeras en la organización extrajeron que el verdadero éxito del evento fue reafirmar el papel esencial de la profesión como motor para construir una sociedad más humana desde la ética del cuidado.
A continuación, queremos compartir las palabras de sus dos compañeras turolenses, cuya implicación fue igualmente crucial desde el Comité Organizador y como miembro de la ABFyC Concha Thomson, e Inmaculada Plaza, como Directora del Instituto de Estudios Turolenses, colaborador de la iniciativa, comparten ahora su personal valoración para ofrecernos una perspectiva completa del éxito y el legado de este congreso.
Concha Thomson, Miembro del Comité Organizador y de la ABFyC, destaca la amplitud de los temas abordados:
“En el Congreso de la ABFyC celebrado en Teruel se analizó cómo la deliberación puede ayudar a prevenir y reducir las violencias. Se abordaron las desigualdades sociosanitarias, la crisis climática desde una mirada no homocéntrica y un reconocimiento del deterioro productivo. Se ha profundizado en la responsabilidad individual y comunitaria en ámbitos como la educación, la política y la justicia, destacando experiencias de justicia restaurativa y educación en valores.
También se habló de violencia y mujer en la atención obstétrica, la lactancia materna o la educación sexual, y se ha justificado la necesidad de servirse de la paz como principal instrumento para alcanzar paz. Solo desde la superación de una cultura androgénica y belicista, por otra de cuidados, comunitaria y centrada en la tolerancia será posible intuir un futuro justo y pacífico de nuestra civilización.
Se ha reflexionado acerca de la experiencia crítica como alternativa al academicismo ilustrado propiciado por la medicina basada en la evidencia o la inteligencia artificial y se ha buscado alternativa a la agresividad de muchos de los entornos asistenciales sociales y sanitarios en los que nos movemos. Solo el cuidado responsable puede dar respuesta. También el cuidado es la única respuesta a la dependencia y la diversidad funcional, asumiendo que para ello los servicios sociosanitarios serán insuficientes y será preciso activar en los cuidados a toda la comunidad.
Se ha pensado, se ha hablado y se han abierto ventanas de esperanza hacia el futuro. Invitando a tejer juntos deliberadamente, desde la «amistad cívica» que señala Jesús Conill o del «perdón superador de la justicia normativa o la violencia cronificada» que propone Diego Gracia, nos permita aspirar con fortaleza a prevenir las violencias y contrarrestar sus consecuencias.”
Inmaculada Plaza, Directora del Instituto de Estudios Turolenses, aporta en su visión, el impacto que este congreso ha tenido en la sociedad civil e institucional turolense, ya que trascendió el ámbito estrictamente sanitario para calar en la ciudadanía.
“Sobre el XVII Congreso Nacional de Bioética, desde el Instituto de Estudios Turolenses hacemos una valoración muy positiva, ya que entendemos que se ha creado un espacio de reflexión a nivel nacional y se ha permitido dar a conocer las investigaciones sobre un tema tan importante como es cómo contrarrestar la violencia y cómo realizar un cuidado responsable. También queríamos poner en valor el alto número de consejeros del Instituto que se ha interesado y se ha involucrado con este congreso, además, miembros de todas las edades y de diferentes ámbitos del conocimiento, pues ha despertado interés de miembros de Ciencias Sociales y Jurídicas, Ciencias de la Salud, Ingeniería y Arquitectura, por el ámbito del desarrollo de la tecnología. La verdad es que ha sido una verdadera oportunidad para poner en valor el trabajo que desde Teruel se está realizando en el ámbito de la bioética.”
En definitiva, estas tres miradas convergentes —desde la organización, la ciencia y la institución— certifican que Teruel no solo fue una sede excepcional, sino un auténtico motor de ideas. La provincia demuestra, una vez más, su capacidad para involucrarse, impulsar y liderar desde la deliberación, la mejora de la sociedad, colocando la ética del cuidado en el centro del debate nacional. Si quieres ver el monográfico completo, pincha aquí.







